miércoles, 16 de noviembre de 2011

Recuerdos infantiles..

Como algunos ya sabéis, esta mañana, mis compañeros y yo hemos asistido a una conferencia de un poeta sevillano, nacido en pleno centro de nuestra hermosa ciudad, en un apartamento perteneciente al viejo palacio de Dueñas, en 1875. Seguro que os sonarán aquellos versos inciales: "Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero..."
Hoy nos ha tocado soñar y recordar. Creo que nadie ha podido evitar revivir en su interior los momentos más felices de su infancia, cada juego, cada sonrisa, cada abrazo de nuestra madre y cada hora sentados en aquellos pequeños bancos colegiales, mientras nos deleitábamos del recitar que hemos tenido la suerte de experimentar esta mañana.

Nuestros sueños nos remontaron a aquella primera vez que nuestro padre nos cogía en brazos y nos montaba en el caballito más bonito de todo el tiovivo...

"Pegasos, lindos pegasos,
caballitos de madera...
Yo conocí siendo niño,
la alegría de dar vueltas                                                
sobre un corcel colorado
en una noche de fiesta.
En el aire polvoriento
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.
¡Alegrías infantiles
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!

Y... cómo no revivir este preciado recuerdo. Un ambiente soñador nos ha envuelto a todos, y con su dulce abrazo volvieron a nuestra imaginación aquellos seis cursos llenos de juegos y recreos, clases de matemáticas y caligrafías como deberes. Cada uno de esos minutos permanecen archivados en lo más profundo de nuestro corazón...

"Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
"mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón".
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales".

Y como nos quiso transmitir el poeta, Antonio Machado, somos lo que hemos vivido, no dejemos atrás nuestros recuerdos y orígenes, y aprovechemos el presente, pues "las cosas bien hechas valen más que el hacerlas".

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