lunes, 30 de abril de 2012

"La Metamorfosis", de Franz Kafka


¿En qué mundo vivimos...?

La vida la calificaría como un juego de realidad y apariencia. No sé si aquella clase de filosofía en la que mi profesor nos habló de Platón me ha afectado más de lo que debería y desde entonces miro el mundo más allá de lo que mis sentidos perciben. Lo que sí es seguro es que la lectura del libro “La Metamorfosis”, de Franz Kafka, me ha hecho reflexionar sobre esta eterna realidad y apariencia, además del comportamiento que tomamos los humanos antes “seres” distintos a nosotros. ¿Está en la naturaleza humana ser racista?

El racismo designa a la exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros. Puesto que esta definición está completamente integrada en la sociedad actual se me antoja preguntar si realmente ese racismo está tan solo ligado hacia las razas. Bien es verdad que su propio nombre proviene de la palabra latina radia, que designaba a una casta o linaje específicos. Pero yo, a mi gusto, amplío el significado de esta palabra, o mejor dicho ideología, hacia todos aquellos casos discriminativos hacia personas que presenten alguna característica distinta a lo que se considera normal. ¿Pero a qué se le atribuye la palabra normalidad? El filósofo Protágoras decía “el hombre es la medida de todas las cosas”, y siguiendo esta idea puedo decir que nosotros mismos, los hombres, somos los que cambiamos esa medida del significado de normalidad en cada región y cultura del planeta.

La base de toda la filosofía es el asombro del hombre ante lo que le rodea. A mí, tanto como a aquellos primeros filósofos de la naturaleza, me ha asombrado en demasía que una clásica obra literaria haya sido la que me haya abierto los ojos para descubrir lo que me rodea, y gracias a ellos comenzar a plantearme más de una idea que desde hacía tiempo rondaban mi cabeza. El ejemplo que quiero tomar es la historia de esta obra, puesto que ella me ha ayudado a comprender de una forma más rápida y sencilla.

Decía que el término racismo me gusta extenderlo hasta aquellos casos de odio a las distintas características de las personas que nos rodean, no sólo a las razas. En el libro de “La Metamorfosis”, la hermana del protagonista, Gregorio Samsa, convertido una mañana en un insecto gigante, se muestra al principio de la historia de una forma amable y solidaria con su hermano, le lleva la comida y es la única en la casa que cuida de él. Pero se observa que nunca es capaz de mirarlo, puesto que se horroriza. ¿También nosotros nos horrorizamos de todo aquello diferente a nuestro reflejo en el espejo? Continúo: el sentimiento repulsivo de esta chica hacia su hermano sigue creciendo, hasta que se convierte en odio y convence a sus padres de no poder habitar en la misma casa junto a aquella bestia, pues no sería bueno para ellos. Menos mal que era su hermano. ¿También desarrollamos estos sentimientos hacia nuestro prójimo en nuestra tierra? Es aquí donde entra en juego los padres de Gregorio Samsa, cuya vida siempre ha tenido como base económica el trabajo, esfuerzo y amor de su hijo convertido en insecto. El padre, desde el momento en que su hijo se ha metamorfoseado, lo trata no ya como su hijo, sino como una de esas moscas que te molestan en tus tranquilas tardes de siesta, alegando que aquello ya no es Gregorio, sino un enorme insecto que no siente. 

La madre juega un papel importante: ama a su hijo ante todo, por encima de su nueva imagen, y desea su felicidad como hijo suyo que es. Pero la historia se desarrolla en un ambiente conflictivo, en el que esta mujer se ve sola en su familia ante este sentimiento, y finalmente la apariencia de su hijo consigue que cambie de ideas. ¿También nosotros nos dejamos influenciar por los pensamientos racistas de los demás?
Realidad y apariencia en un mundo donde nos dejamos llevar por los insectos que captan nuestros sentidos, ocultando todos los Gregorio Samsa que nos rodean. Racismo hacia todo aquello que tenga una mínima distinción de nuestra forma. ¿En qué mundo vivimos? Esta experiencia me ha hecho recapacitar de una manera que nunca nada ni nadie había conseguido que hiciera hasta ahora. Es verdad que en este mundo, aquellos que nos regalan la fertilidad de su tierra y la base de nuestra economía, son los más discriminados por nosotros, sus explotadores. Al igual que Gregorio Samsa, que mantiene la vida económica de su casa, muere por el maltrato físico y psicológico de su propia familia.

No sé si realmente las personas que oyeran esto estarían de acuerdo con mis ideales, pero siento cada vez más que la apariencia que nos regala nuestros sentidos y la discriminación o racismo, en la forma que me gusta definir, están ligadas de una manera que se integra en nuestra sociedad a gran velocidad.

Realmente, si tuviera que clasificar mis ideas como proyecto filosófico, lo relacionaría con la humanidad y su naturaleza, pues en este presente de crisis, no tan solo económica, no podría centrarme en otro ámbito que no fuera éste.

Las diferencias sensoriales son eternas, y nunca aprenderemos a valorar la realidad que se oculta tras la apariencia.