¿En qué mundo vivimos...?
La vida la calificaría como un juego de
realidad y apariencia. No sé si aquella clase de filosofía en la que mi
profesor nos habló de Platón me ha afectado más de lo que debería y desde
entonces miro el mundo más allá de lo que mis sentidos perciben. Lo que sí es
seguro es que la lectura del libro “La Metamorfosis”, de Franz Kafka, me ha
hecho reflexionar sobre esta eterna realidad y apariencia, además del
comportamiento que tomamos los humanos antes “seres” distintos a nosotros.
¿Está en la naturaleza humana ser racista?
El racismo designa a la exacerbación del
sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u
otros. Puesto que esta definición está completamente integrada en la sociedad actual
se me antoja preguntar si realmente ese racismo está tan solo ligado hacia las
razas. Bien es verdad que su propio nombre proviene de la palabra latina radia, que designaba a una casta o
linaje específicos. Pero yo, a mi gusto, amplío el significado de esta palabra,
o mejor dicho ideología, hacia todos aquellos casos discriminativos hacia
personas que presenten alguna característica distinta a lo que se considera normal. ¿Pero a qué se le atribuye la
palabra normalidad? El filósofo
Protágoras decía “el hombre es la medida
de todas las cosas”, y siguiendo esta idea puedo decir que nosotros mismos,
los hombres, somos los que cambiamos esa medida
del significado de normalidad en cada región y cultura del planeta.
La base de toda la filosofía es el asombro
del hombre ante lo que le rodea. A mí, tanto como a aquellos primeros filósofos
de la naturaleza, me ha asombrado en demasía que una clásica obra literaria
haya sido la que me haya abierto los ojos para descubrir lo que me rodea, y
gracias a ellos comenzar a plantearme más de una idea que desde hacía tiempo
rondaban mi cabeza. El ejemplo que quiero tomar es la historia de esta obra,
puesto que ella me ha ayudado a comprender de una forma más rápida y sencilla.
Decía que el término racismo me gusta
extenderlo hasta aquellos casos de odio a las distintas características de las
personas que nos rodean, no sólo a las razas. En el libro de “La Metamorfosis”,
la hermana del protagonista, Gregorio Samsa, convertido una mañana en un
insecto gigante, se muestra al principio de la historia de una forma amable y
solidaria con su hermano, le lleva la comida y es la única en la casa que cuida
de él. Pero se observa que nunca es capaz de mirarlo, puesto que se horroriza.
¿También nosotros nos horrorizamos de
todo aquello diferente a nuestro reflejo en el espejo? Continúo: el sentimiento
repulsivo de esta chica hacia su hermano sigue creciendo, hasta que se
convierte en odio y convence a sus padres de no poder habitar en la misma casa
junto a aquella bestia, pues no sería
bueno para ellos. Menos mal que era
su hermano. ¿También desarrollamos estos sentimientos hacia nuestro prójimo en
nuestra tierra? Es aquí donde entra en juego los padres de Gregorio Samsa, cuya
vida siempre ha tenido como base económica el trabajo, esfuerzo y amor de su
hijo convertido en insecto. El padre, desde el momento en que su hijo se ha
metamorfoseado, lo trata no ya como su hijo, sino como una de esas moscas que
te molestan en tus tranquilas tardes de siesta, alegando que aquello ya no es Gregorio, sino un
enorme insecto que no siente.
La madre juega un papel importante: ama a su hijo
ante todo, por encima de su nueva imagen, y desea su felicidad como hijo suyo
que es. Pero la historia se desarrolla en un ambiente conflictivo, en el que
esta mujer se ve sola en su familia ante este sentimiento, y finalmente la apariencia de su hijo consigue que
cambie de ideas. ¿También nosotros nos dejamos influenciar por los pensamientos
racistas de los demás?
Realidad y apariencia en un mundo donde nos
dejamos llevar por los insectos que captan nuestros sentidos, ocultando todos
los Gregorio Samsa que nos rodean. Racismo hacia todo aquello que tenga una
mínima distinción de nuestra forma. ¿En qué mundo vivimos? Esta experiencia me
ha hecho recapacitar de una manera que nunca nada ni nadie había conseguido que
hiciera hasta ahora. Es verdad que en este mundo, aquellos que nos regalan la
fertilidad de su tierra y la base de nuestra economía, son los más
discriminados por nosotros, sus explotadores. Al igual que Gregorio Samsa, que
mantiene la vida económica de su casa, muere por el maltrato físico y psicológico
de su propia familia.
No sé si realmente las personas que oyeran
esto estarían de acuerdo con mis ideales, pero siento cada vez más que la
apariencia que nos regala nuestros sentidos y la discriminación o racismo, en
la forma que me gusta definir, están ligadas de una manera que se integra en
nuestra sociedad a gran velocidad.
Realmente, si tuviera que clasificar mis
ideas como proyecto filosófico, lo
relacionaría con la humanidad y su naturaleza, pues en este presente de crisis,
no tan solo económica, no podría centrarme en otro ámbito que no fuera éste.
Las diferencias sensoriales son eternas, y
nunca aprenderemos a valorar la realidad que se oculta tras la apariencia.